viernes, octubre 15, 2010

OCASO



Una taza de café blanca sobre un periódico, una barra de bar, detrás dos camareras
sudamericanas hablando en voz baja, está sentado en un taburete, ¿como ha llegado hasta ese bar?,el pulso se le acelera, estaba en el banco trabajando y ahora está en un bar, extrañamente no le domina el pánico, ¿estará soñando?. Es típico de los sueños aceptar cualquier situación absurda, no, se siente demasiado consciente. Tiene la cartera, el mechero y el tabaco en la cazadora, en el bolsillo del pantalón tiene monedas sueltas.
- Cobreme, por favor. Una de las camareras le mira sonriente.
- Ya pagó usted, señor.
Recapitulemos, estaba en el banco, un señor que decía ser de Zamora estaba ingresando dinero, lo recordaba perfectamente, y ahora eran las cinco de la tarde, ¿del mismo día?, y estaba en un bar que no conocía. Cerró los ojos, durante minuto y medio y trató de recordar todo lo que había hecho ese día, cuando los abrió estaba profundamente aliviado, no se acordaba de nada desde que el señor de Zamora farfulló algo sobre unos recibos de su mujer, sabia la razón y no era alzehimer, gracias a dios.

Hace años durante una de sus escasísimas escapadas al campo se había agachado a recoger unas florecillas para su señora o a aliviar el intestino, según quien lo cuente, y agachado se quedó, hasta que en el hospital le pusieron derecho. Al parecer el cartílago de la rodilla venia defectuoso y el hueso rozaba con la carne produciéndole ulceras, inflamaciones y un dolor indescriptible. Durante años probó multitud de remedios, infiltraciones, operaciones, quimioterapia, sanadores, exorcismos etc... hasta que un
médico le recetó unas pastillas azules “Flexilin 600mmg”. Después de tomarlas una semana el dolor desapareció, a partir de entonces todo fue miel sobre hojuelas, de vez en cuando le dolía, tomaba las pastillas un par de días y el dolor desaparecía durante meses. Esta panacea sólo tenía un pequeño problema, que podían producir pequeñas perdidas de memorias, hace un par de años sufrió una de 7 horas, y ahora obviamente otra.
Mas calmado salió del Bar, giro a la izquierda y avanzo hacia el final de la calle para ver el nombre "Calle Las Llescas", aliviado volvió a ubicarse en el mundo, la oficina estaba a 5 minutos, el coche a 4, la rodilla no le dolía, y no tenia ninguna llamada perdida en el movil porque Dolores, su mujer, no sale de trabajar hasta las 7 de la tarde, la vida volvía a su cauce normal, puso el piloto automático y se dirigió al coche. Sus pensamientos fluían libres mientras caminaba Calle Llescas arriba, un bulto que llevaba en el bolsillo interior de la chaqueta le molestaba al caminar, después de un rato de intentar obviarlo se llevo la mano al bolsillo y encontró un sobre. No recordaba haber metido ningún sobre, pero claro, pastillas, perdida de memoria... sacó el sobre del bosillo, miró en su interior y entonces sin previo aviso el pánico volvió a golpearle por segunda vez en diez minutos.
Más tranquilo en el coche trato de recordar por qué tenía 50.000 euros en billetes de 500 en el bolsillo de la chaqueta.
-No puedo haber robado porque es algo estúpido, de modo que debe haber una explicación lógica a todo esto. Seguramente algún cliente me habrá pedido el favor de sacarle el dinero, es muy raro porque yo no toco nada si no está el cliente presente y menos esta cantidad, debe ser un cliente de mucha confianza. Por mucho
que se estrujara los sesos no podía encontrar a ni un sólo cliente por el que cometiera tamaña irregularidad. Mañana llamarán pidiendo el dinero me disculparé con quien sea y se lo daré, concluyó, un minuto despúes con el piloto automático activado conducía hacia su casa.

Veinticuatro de Marzo de 2007, 14:40 PM, no falta ni un céntimo de euro en la oficina y ayer no se hizo ningún reintegro de 50.000, faltan veinte minutos para terminar la jornada
-¿de dónde he sacado el dinero? Es la pregunta que se hace una y otra vez. Los compañeros de trabajo están discutiendo sobre algo, hace años que apenas los oye, o mejor dicho los escucha, porque no puede evitar que le lleguen los ecos de la discusión, todo forma parte de la rútina que le permite aislarse del entorno sin ningún problema. Farfulla la excusa de todos los días para irse unos veinte minutos antes, sale por la puerta todo lo rápido que puede andar, que no es mucho.
Al salir se encuentra con Agustín Martín Carlín, antiguo vendedor de lotería y amigo.
- ¿Qué tal Agustín?. Josefo reza para que Agustín no se enrolle con sus historias.
Hace años Agustín era una persona divertida e inteligente, había estudiado dos carreras simultaneamente, periodismo y derecho, tiene una ceguera del 85%. Pero hace unos cinco años, las cosas se fueron al carajo, en un choque fortuito entre dos atubuses de la empresa pública de trasportes. Agustín perdió todos los dientes, utilizando todos sus conocimientos y contactos en el mundo periodismo y del derecho convirtió sus juicios contra la EPT en una cruzada. Finalmente la EPT tuvo a bien indemnizarle con 80.000 euros y el estado hizo la gracieta de ponerle una generosa pensión de por vida. Dos regalos envenenados que le habían arruinado la vida. Agustín demostró una increible torpeza a la hora de invertir su dinero: en sellos, en chiriguitos financieros y en mercados emergentes. Toda vez, que además, su capacidad de endudarse era prodigiosa: CrediTimo, CrediYa, DesagrameSinPrisaPeroSinPausa Bank etc, ahora a los 45 años estaba en la ruina más absoluta.
- Bueno- Agustín hace una pausa para coger aire, su capacidad para soltar peroratas es legendaria- la verdad es que..
- Tengo un poco de prisa a la tarde tomamos un café, taluego – joder con el plasta.
- Bueno hasta luego.

El plan que lleva en la mente es claro, ir al bar donde amaneció su conciencia y su memoria y esperar.
Se toma un café con leche, las camareras siguen a lo suyo y los parroquianos son de
lo mas normales, nadie parece conocerle, dos chinos están en la máquina tragaperras, uno tiene una bolsa con monedas y el otro las va echando, se nota que lo hacen de forma maquinal, pensando en sus cosas no puede evitar sonreir, el maravilloso piloto autómatico.

- Buenos dias amigo. Dice uno de los chinos con una sonrisa de oreja a oreja
- Hola
- Ya tenel cambio? Amigo
- Perdón, ¿cómo dice?
- Ayel dal dinelo pala cambial en moneda-.
¡Por fin! se resolvió el misterio del dinero, rarísima solución pero solución.
- No pude cambiarlo tome usted. Se saca el sobre del bolsillo y se lo da el chino, la cara del chino se transforma, nuestro cajero se encuentra delante de una mascara de odio asiático.

- Tenel que il adios. Unos sudores fríos le recorren la espalda, nota como los esfínteres se le relajan, un reguero marrón recorre su pierna buena.
En el baño del bar se limpia como puede, vaya mierda farfulla, que apropiado piensa, se relaja puede ver que en bar sólo hay dos clientes y las camareras.

Dicen que la pobreza de espíritu es la peor de las pobrezas.